Miro la caja de cerillos y descubro atónito los cincuenta fósforos que en su interior guardan pacientes descubrimientos. Sospecho incendios en sus entrañas capaces de arrasar bosques y siglos de historia. Por azares del lenguaje el juego de fuegos arde entre mis dedos y miro cómo la flama bailotea y en ella imagino el inicio de una aventurilla de brasas. En el sólo intento de sostenerla surgen pretextos para sospechar entre la vida y la muerte la flama de la palabra. Y sostengo entre mis dedos las visiones cromosféricas viajando desde el microcosmos de una pavesa (ardor en agonía) hasta las vías galácticas de la imaginación. Bajo un viento ocresolar sospecho infinidad de incendios que azotan en mi rostro latidos de historia. En mis manos arde la palabra y su eco intentando reciclarse en sí misma .