Carlos Fuentes nació un 11 de Noviembre de 1928. Estudió Licenciatura en Derecho en La UNAM. Fue ensayista, novelista y guionista de cine. Realizó estudios de economía en el Instituto de Altos Estudios Intenacionales en Ginebra, Suiza. Fue embajador de Mexico en Francia. (1972-1976)
Festejando el natalicio de Carlos Fuentes, gran escritor mexicano, me di a la tarea de leer una de sus últimas obras llamada El Instinto de Inéz, novela de ficción escrita en 9 capítulos donde se nos narra dos historias de amor, una que inicia en 1940 en Londres y la otra en la era prehistórica, cuando reinaba el matriarcado. Ambas historias son un “amor prohibido por el paso de los años” (p. 13) y paradójicamente el tiempo es el que se encargará de cruzar ambas historia en un momento mágico.
La primera historia da inicio con Gabriel Atlan-Ferrara, que a sus 92 años de edad, está a punto de recibir un reconocimiento por su destacada trayectoria como director de orquesta. Gabriel es poseedor de varios recuerdos y de un un sello de cristal que no es posible saber para qué sirve. Contra la luz, le aparecían unas letras ilegibles de un idioma desconocido. Un sello “peligroso que acaso contenía todas las memorias de la vida pero que era tan frágil como ellas” (p. 17). Era como la interpretación en el momento de la ejecución de la Damnation de Faust de Berlioz, definida como “hermosa, extraña, salvaje, convulsiva y dolorosa” (p. 23). Alrededor de esta obra musical se dan algunas pocas metáforas, pero lo que más abunda son las comparaciones que Fuentes maneja magistralmente para provocar en el lector imágenes fuertes y perdurables.
En el año de 1940, en Londres, tiene el primer encuentro de Gabriel con Inés Rosenzweig, cantante de ópera mexicana que posteriormente se cambia el nombre a Inéz de Prada. Despúes del ensayo, él la lleva a un cottage que tenía rentado cerca del mar. Intenta tener contacto con ella, pero ella de pronto está más interesada en un compañero, camarada de Gabriel , misterioso ser dentro de una foto. Él la abandona abruptamente y huye. Ahí es donde Inéz tuvo el instinto de una separación insuperable, entre ellos se levantaba una “interdicción que violentaba su instinto”. (p. 56). EL narrador es omnisciente en tercera persona.
La otra historia de amor corresponde a dos hermanos de la época prehistórica, que por cuestiones de los movimientos glaciares, se ven en la necesidad de viajar a otras tierras por seguridad. Ahi son recibidos por otros clanes. El narrador utiliza el punto de vista en segunda persona e iniciando los capitulos en futuro imperativo para cambiar de una manera imperceptible a las conjugaciones en presente. La misma forma a como fue escrita Aura, del mismo autor. Ella engendra una niña pero son tiempos de cambios y él la obliga a huir. El matriarcado ha muerto y las nuevas leyes ahora exigen que las mujeres tienen que ser entregadas a otras tribus. Ya no podrán fornicar entre hermanos. Ella lleva un sello de cristal como el que tiene Gabriel Atlan-Ferrara.
Gabriel e Inéz se encuentran de nuevo tras varios años en el palacio de Bellas Artes, en Mexico. No hay reproches, solo preguntas de porqué no pudo ser lo que no fue. Despúes pasan veinte años y se vuelven a encontrar en Londres para presentar de nuevo a Fausto. La magia estará a punto de iniciar con el concierto.
La obra es breve pero escrita maravillosamente. Fuentes utiliza el tiempo circular para hablar de un tema milenario, el amor. Los símiles son utilizados de una manera contundente para fijar las imágenes y dibuja magistralmente las descripciones. Encuentro interesante el uso de varios símbolos, como por ejemplo la foto donde está Gabriel y un camarada que misteriosamente desaparece la imagen del amigo, como recuerdos olvidados, como historia que ya no existe y que en algún lado se pasea esa persona. El sello y el amor, como seres con luz propia que nace desde el propio corazón, con sus propios signos ilegibles, de un idioma desconocido, el cual lleva consigo misterio y nadie sabe para que sirve. Si acaso existe un ligero instinto, el de Inéz.