
La ciudad al atardecer
se torna como una grisalla
y tiene que abrir sus ojos de neón
y sonreír con sus mercuriales
para que sudemos sublisueños
y fuegos húmedos.
Y mis palabras de artificio
preparan su viaje encáustico.Lentamente el horizonte enmudece
y se torna en un gran Pollock viviente
donde el action painting de la noche
nos baña de colores flamígeros.La melodía noctámbula
incrementa su recorrido por las vías
y la sangre citadina se escurre
por los faroles en un dripping perfecto.Me sitúo en las cresterías
montado en una almena
con la mirada llena de avidez
tratando de inventar una noche toledana.
La idea escurridiza de una nueva ciudad
se me escapa como un fuego líquido
por las rúas y canales de desagüe
mientras la ciudad se auto edifica
en un gran decollage.Me miro perdido en la inmensidad
de lenguas de fuego
que caminan por la plaza
y derrochan indiferencias
(fieles beneficiarios de la soledad).
Nuestras imágenes son desleídas por la aguada
siempre necesaria esa técnica
para equilibrar el ardor que nos consume
porque cada cual
somos lienzos de la noche
con una intensidad fuegocromática tal
que sufrimos de anamorfosis.
Ahí relucen los verdaderos perfiles
donde se diluyen las máscaras
n un gran espejo collage de almas.
Rafael Jurado
Publicado en revista Solar del Instituto Chihuahuense de la Cultura, Año 13, numero 48 Marzo 2005