Yuge salió del mar arrastrandose entre la arena y las rocas de la playa. Miró hacia arriba la inmensidad del cielo y unas aves que pasaban por ahí. Sintió nostalgia al mirar su extremidad de sirena y por un momento pensó en lo dichosa que sería si ella pudiera volar. Lanzó un suspiro al aire y respiró hondamente disfrutando de la brisa del mar. Sus pulmones retuvieron el aire y sintió un ligero mareo. Acomodó su enorme aleta encima de una roca y se quedó dormida. Soñó en ser una gaviota y cuando despertó ya era de noche. La luna hacía brillar la superficie del mar en un juego de reflejos y destellos que la hipnotizaron por un momento.
Ahora su deseo ya no era ser ave, sino ser luna. Se imaginó bañada de luz y pensó que sería mejor que volar, de todas formas estaría en lo mas alto del cielo. Su aleta ya estaba cubierta de agua y bailoteaba al compas de las olas. Habia una gran tranquilidad y quiso ser noche. Amaneció y quiso ser luz del día pero su piel estaba agrietándose, estaba deshidratada y de inmediato se sumergió al mar. Sintió de inmediato la vitalidad en su rostro. Bajó hasta perderse entre los corales. De nuevo volvió a llorar y sus lágrimas se confundían con los peces multicolores .