El silencio inunda la sala del concierto. Alguien del público aclara su garganta y mira el programa de mano. Entre notas y versos. Seguramente ahora recordará con estas crónicas de un concierto la invitación que le hizo su novia en ese día para ir juntos. El trovador da vuelta a la hoja para leer el siguiente poema al mismo tiempo que pulsa algunas notas de su guitarra, quedo, muy quedo.
Los pozos de la sirena
Espejismos en tu cuerpo desnudo donde voy descubriendo luces reflejos que anidan bajo el rescoldo de una luna gris Los desiertos que rodean las dunas de tus senos reflejan el polvo dorado en mágica noche y más allá un poco más lejos hacia el norte se adivina la selva de tu cabellera que atiende su misión de estar acariciando los pensamientos ingenuos de un placer inimaginable En un gesto de tierna humildad vas levantando tu mano sedosa y sugiere una estela de visiones de nostalgia y melancolía Todas ellas se van ahogando ante los pozos encontrados a lo largo de una vida extrañada de superficies Se presienten dos cuerpos plenos de luz de luna ¿Imploran unión ante los treinta y nueve pozos de lágrimas que se han abierto frente a tu hálito? De los pozos brotan reflejos de tu desnudez en ellos me he aferrado a tu extremidad de sirena en afán loco por dominar tu éxtasis
La melodía de un poema musicalizado de Rosario Castellanos
Inicio de la melodía en mi menor, arpegiado. Dos compases. Entonces viene Rosario Castellanos con su Tan-Tan ¿Quién es? (1)
“Cuando toca tres veces San Pascual… ” Es la primera vez que la muerte llama tres veces y canta que no, que todavía no, hay asuntos pendientes por terminar. En palabras de Rosario, “no hay nada más simple que el negocio que estamos manejando”. (2)
Aplausos. Pausa. Un trago de agua. Dos hojas en blanco para tomar aire y seguir con la parte 3.