Se acercan los días de hacer buenos propósitos para el año nuevo. ¿Como para qué? Es una pregunta que no me es ajena dentro de mi entorno. Lo práctico asoma muy apenas en su razón de ser. ¿Metas? ¿Como para qué? No quiero que suene fatalista o apática, hay que darle la vuelta si suena así. Ha pasado un año y asuntos se nos fueron quedando, perdieron su fuerza.
En alguna parte de la biblia leí: “Todo me es permitido, pero no todo me edifica”. Entonces escucho de nuevo la pregunta y pretendo dejarla, abandonarla sabiendo que no me edifica y trato de encontrar nuevas razones “para qué”, recuerdo y me reinvento los viejos propósitos y les doy una retocada para que parezcan nuevos, me parece que es una lista de necesidades que me inventé no sé hace cuánto, pero me hacen feliz.
Aprender un nuevo idioma, leer un libro al mes, bajar “n” kilos en “n” tiempo, ser mejor: amigo, padre, hermano, esposo, ser humano, crecer espiritualmente, mejorar la administración de tiempo, dinero, recursos, luchar y alcanzar los sueños. Más y más se puede agregar a la lista. La felicidad es directamente proporcional a los logros alcanzados, mientras no parezcan espejismos.
Primero lo primero. Como para empezar se requiere actitud y voluntad, pues bueno, creo que si se puede. Como para echarle las ganas cada día, renovando las esperanzas a pesar de las zarandeadas que nos dan nuestros “queridos” gobernantes y las razones de los “poderosos” que no logro entender (Trump-adas, pues).
Y bien. Como para que se logren los suyos, estimado(a) lector(a), es necesario expresarle mis más sinceros deseos que así sea para el próximo año.