¿Qué fuerza desconocida tienes? Cuerpo en eterno movimiento. Desde que el hombre es hombre habitas en sus chozas y en sus miedos. Creces, desapareces y vuelves a nacer, jamás mueres. Madre de las noches oscuras que atisbas tu luz impropia. Los mares quieren arrancarse hacia ti y las leyendas rinden atributos a tus poderes mágicos. El hombre lobo te espera impaciente para revivir los nuevos misterios del mal.
Yo por mi parte a veces te admiraba, a veces romántica, a veces ni eras, te escondías y en vano te buscaba debajo de mi almohada, sobre las montañas, debajo de las piedras y vertiginoso te llamaba. Pero una vez, tan solo una vez nació de mi ese odio hacia ti. Ahora que ha pasado el tiempo te he perdonado, se que no tuviste la culpa pero te sentí cómplice cuando en la noche, él necesitaba de luz para suspenderse de unos hilos suicidas. No hubo nada ni nadie que espantara tu presencia, su decisión.
Luna mía, ya te perdoné. A ver si así alguno de estos días me cuentas de sus últimas palabras.