“Ser procrastinador nos hace felices”, así debería de leerse el lema del club de los procrastinadores anónimos. “Soy un procrastinómano y estoy aquí por mi voluntad”, sería el inicio del discurso de presentación. Por otro lado, reconocer que estoy enfermo de procrastinación, será un paso hacia adelante para curarme. El tiempo me tiene atrapado, con sus límites, así como yo con mis capacidades físicas, espirituales y mentales. Todos tenemos cosas por hacer, asuntos, agendas, cumplir con ciertos objetivos, metas, logros y en ocasiones sólo contamos con nuestras propias uñas para rascarle a los pocos recursos con los que contamos. Dependerá de nuestro ingenio y autoestima para sacar adelante esos asuntos que nos guste o no , tendremos que realizar, pero qué diferencia con los que hago por placer.
Hay un tiempo para todo, hay tiempo para vivir, para morir, para ver la televisión o videos en youtube, pasar por facebook, sacar a pasear al perro, dormir, enfermarse, ¿ya ves? Hasta para leer este artículo. El sentimiento de culpa por el tiempo que haya transcurrido debería ser inversamente proporcional al placer que me haya causado, que al final de cuentas son los dos puntos que están en juego dentro de mi enfermedad. Lo demás son temas de productividad, economía y principios filosóficos que cada quien le quiera dar a su papalote cuando lo ponga a volar. Pero lo del club de procrastinadores anónimos sería buena idea. Lo anotaré en mi lista de cosas por hacer.