
Siempre he dicho que leer es un placer. No me importa el cuando ni el donde, pero si soy selectivo con el qué. Sé que hay varios conceptos que se deben de deslindar dado que existen muchos prejuicios con el tema. Para empezar, ¿qué significa leer? ¿qué es lo que los estudios consideran si soy un lector o no? ¿Cómo me miden? Leo textos impresos en papel, en medios electrónicos y escucho audiolibros. ¿Cuántos como yo hacen lo mismo? Soy de un país que se dice que leemos poco o nada y lo que se lee no es literatura.

¿Que és literatura? ¿Quién determina esta definición? ¿Los editores, el gobierno, los empresarios? ¿Qué parámetros se consideran para estar dentro de los que leen literatura? En general no me interesan las estadísticas ni lo que se diga con ellas, sólo que me falta, lo confieso, encontrar las respuestas a estas y otras preguntas que me vienen, tan solo por diversión.
Por eso cada vez que leo algún artículo con estadísticas de lectura, sólo me divierto descubriendo los prejuicios sin base alguna para decirnos verdades a medias que no es lo mismo que media mentira, como decía Sabina. Y para terminar, me pregunto si los colegios y universidades están adaptandose a la misma velocidad que los cambios de las nuevas tecnologías para promover la “lectura de literatura”, complementando las clases de historia de la literatura. Por lo pronto, desde mi rincón preferido, me dispongo a leer de nueva cuenta a Horacio Quiroga, una serie de Cuentos breves para estos tiempos en el que uno no tiene tiempo de leer, al menos que lo complemente con otra actividad.